Las emociones se comprenden sintiéndolas

El otro día, una paciente me contaba que se sentía triste y no sabía porqué.


- No entiendo que me pasa, solo sé que estoy triste pero por más vueltas que le doy no consigo encontrar la causa. No ha pasado nada malo, mi vida está bien, me llevo bien con mi pareja, me gusta mi trabajo, de verdad Mari que a veces creo que no sé estar bien.


- ¿Dónde sientes la tristeza? pregunté.


- ¿Cómo? no sé a qué te refieres.


- Te pregunto por la sensación, ¿en qué parte del cuerpo sientes esa tristeza?


Mi paciente me miraba con una mezcla de asombro y desconfianza, imagino que esperaba una respuesta o que hiciera preguntas para llegar a localizar su esperado porqué, así que se quedó un rato pensativa y comenzó a buscar en su cuerpo.


- Creo que es aquí, en el pecho, es como una especie de presión.


- De acuerdo, cierra los ojos y concéntrate en la sensación. Ponte la mano en el pecho y háblame de esa presión.


Mi paciente, algo más confiada cerró los ojos, puso su mano en el pecho y comenzó a atender su tristeza.


- Es como un ahogo, como si alguien me estuviera atrapando el pecho, siento como si me sintiera atrapada. Noto que el corazón bombea muy fuerte, no puedo respirar profundo.


En ese momento mi paciente comenzó a llorar. Su pecho empezó a subir y bajar cada vez más rápido, aparecieron en su cara una expresión de angustia que antes reprimía sin si quiera ser consciente y las lágrimas no dejaban de caerle.


- Muy bien, deja que salga corazón, sigue sintiéndolo, lo estás haciendo genial.


Seguía con los ojos cerrados sin parar de llorar, se puso las manos en la cara y terminó de derrumbarse. Entre sollozos me decía:


- No puedo más Mari, tengo mucha presión, siempre intento hacerlo todo lo mejor que puedo pero no tengo tiempo para nada y parece que nadie se da cuenta, nadie piensa en mí, me siento sola.


Tendemos a racionalizar las emociones, tratamos de buscar en nuestra mente lo que siente nuestro cuerpo y a racionalizar si nuestros sentimientos tienen sentido o no y ahí, nos perdemos. 

Estamos desconectados de nosotros mismos porque nadie nos enseña que somos emoción antes que cerebro y que la única manera de entender qué es lo que nos está pasando es pararnos y sentir nuestras emociones, no tratar de comprenderlas intelectualmente si no entenderlas desde el propio sentimiento.


Es cuando nos atrevemos a sentir nuestras emociones cuando se revela la verdad.


La próxima vez que no sepas que te ocurre, vete al cuerpo, a la sensación, deja la cabeza a un lado y no trates de buscar porqués, tu emoción solo necesita que la dejes salir, solo así, podrás atenderla, solo sintiéndola podrás comprenderla.

©Derechos de autor. Todos los derechos reservados.

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor, revise los detalles y acepte el servicio para ver las traducciones.